
A todo el mundo nos encanta envolver nuestro cuerpo en una toalla suave y absorbente al salir de la ducha y después del baño. Una toalla suave que mima nuestra piel y absorbe el agua en minutos para hacernos la vida más fácil a la hora de vestirnos.
En ocasiones sucede que después de comprar toallas suaves, con el paso del tiempo y a los poco meses, nos encontramos que nuestras toallas han pasado a ser telas ásperas y rígidas, y que han perdido ese tacto que tanto nos gustaba. Esto se debe a que con el tiempo acumulan residuos de detergente, de lavarlas a menudo, al igual que aceites corporales de nuestro mismo cuerpo.
Cómo podemos ablandar toallas que se han quedado rígidas y duras
Para recuperar el estado inicial de nuestras toallas, colócalas en un recipiente amplio y llénalo de agua en la que hayamos disuelto una dosis de suavizante de telas, o una cucharada de bicarbonato de sodio. También puedes usar vinagre blanco, sobre todo en el caso de las toallas sean blancas para que vuelvan a quedar cándidas y brillantes y recupere su blanco o color claro natural. Déjalas en remojo durante una hora, frotándolas de vez en cuando entre sí, para que la solución que hemos descrito penetre lo mejor posible en las fibras del tejido.
Si por el contrario queremos utilizar la lavadora, basta con introducir la mezcla o suavizante en el compartimento del detergente, con la precaución de no meter mucha cantidad de toallas, para no sobrecargar el tambor de la lavadora y que no se quede todo muy justo, ya que dificultaría que todas las toallas se impregnasen bien de la mezcla. Otro truco para tener mejores resultados es dejar las toallas en remojo en el tambor de la lavadora lleno de agua durante 30 minutos, antes de comenzar con el lavado.
Cómo evitar tener toallas endurecidas en el futuro
Una vez que volvemos a tener nuestras toallas en su estado original de suavidad, para que no vuelva a ocurrir el mismo tipo de inconvenientes, basta con utilizar agua tibia o caliente con una dosis no excesiva de detergente para lavarlas, y luego utilizar la secadora a temperatura media o colgarlas afuera si el día es fresco y con viento para secarlas. Una vez secas, solo queda trabajarlas y enrollarlas un poco con las manos para eliminar el efecto de rigidez que podría hacer que se volviera rugosa.